Hay muchas cosas que mi madre me heredo, y cuando me refiero a cosas más bien me refiero a ideas, creencias, miedos y sueños.
De las cosas que recientemente más me ha resonado es la palabra “inculcar”, según el diccionario de Oxfod inculcar es: Infundir en una persona una idea, un concepto, un sentimiento, etc., con ahínco.
Mi madre me trasmitía que sus padres les habían inculcado ciertos valores morales, así como la creencia en la fe católica, yo crecí con la frase “mis padres me inculcaron . . .. “esto poco a poco fue siendo parte mi formación y mi quehacer, no había pensamiento crítico en mí, pues se me estaba inculcando también esa manera de dar por sentado cosas, solo porque las figuras de autoridad así las decían, y como las decían ellos debían de ser verdad.
Hoy me doy cuenta que lo que mi madre me inculcó no solo era mi madre, sino que cuando me refiero a mi madre es a toda esa comunidad que en mi crecimiento del cual yo llamé la cultura colectiva, prejuicios, creencias, tabús y a dar por sentados supuestos que hoy en mi cabeza funcionan como verdad, una verdad que a pesar de ahora tener un pensamiento crítico y buscar coherencia o aplicar mi propia ética a las cosas, siguen ahí sin poder ser superadas la gran mayoría de esos supuestos funcionan como resortes, trabajan en automático en mi inconsciente.
Según la RAE, inculcar es:
1. Apretar con fuerza algo contra otra cosa. – Es decir esas ideas verdaderas para mi inconsciente están fuertemente apretadas contra mi amor por mi madre y mi lealtad para con ella.
2. Repetir con empeño muchas veces algo a alguien. – Se repiten tantas veces los supuestos que terminan siendo verdad, ya lo decía Göbbels, «una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad»
3. Infundir con ahínco en el ánimo de alguien una idea, un concepto, etc. – La convicción que imprimió mi madre (mi cultura colectiva de crianza) y esas ganas de estar en lo cierto, esa certeza de creer ciegamente que lo que ella también creía y repetía era verdad, llevaba ahínco que imprimió en esas ideas transmitidas para mí (mi generación) y que yo seguramente hago con algunas tantas creencias, prejuicios, ideas, miedos, fobias y filias para con mi hijo (las nuevas generaciones).
El camino que me toca recorrer es entonces hacer consciente las ideas, creencias y resto de herencia filosófica de vida que se me fue heredando por mi madre, pasarla por el tamiz de la razón y mi ética personal de vida, para entonces sin deshonrar ni irrespetar a mi madre y sus creencias pueda yo dar paso a una interpretación más personal de lo que es el mundo de las ideas y las interpretaciones de la fenomenología de la vida para mí.