CésarAlemán

Como monos con ametralladoras

Monos con ametralladoras

 «El hombre y la IA»

Estaremos más o menos de acuerdo en que el hombre se ha tenido que ir acoplando y entendiendo los grandes cambios que él mismo ha logrado con los inventos que se han creado. Cada invento supuso un cambio de vida, es decir, supuso hacer cambios más o menos profundos según dichos inventos trastocaban su vida tal y como la conocía.

Podemos irnos desde el descubrimiento de la rueda, la siembra, la máquina de vapor, el tren, los automóviles, la luz, el telégrafo, la televisión, el internet, los teléfonos celulares, las computadoras personales, los Smartphones y, últimamente, la IA (Inteligencia Artificial).

No vamos a profundizar en todos ellos, solo es poner en perspectiva que cada cambio supuso transformaciones; cambios que tomaron muchos años y que, sin embargo, más o menos en algunos de ellos, el hombre ha creído o, al menos, ha intentado creer estar acoplado.

Sin embargo, hay grandes evidencias de que todos los avances anteriores han traído consecuencias en el modo de vida de las personas: en moverse a ciudades con todo lo que esto implica, en el pasar de un mundo agrícola a un mundo de servicios (al menos en buena parte del mundo), en haber más de dos generaciones “educadas” bajo los medios masivos y ya prácticamente otras dos generaciones “educadas” por el internet y las RRSS. Cuando digo educadas me refiero a que son generaciones altamente influenciadas por la radio, la televisión, las revistas y, posteriormente, el internet y las redes sociales que son su algoritmo; se han individualizado cada vez más, al punto del aislamiento social e intelectual.

Lo anterior podemos verlo cualquier día si observamos, si nos observamos también, porque no es lo que la gente hace, es lo que TODOS nosotros como sociedad hacemos en mayor o menor medida.

Domingo: salida a comer a cualquier restaurante. Mesa izquierda: familia con papá y mamá, dos hermanos, un varón de 14 años y una niña de 6 aproximadamente, todos en su celular. Mesa de la derecha: una pareja en sus cuarenta, él con dos celulares, chequeando uno y el otro intercalados; ella comiendo ensalada, agachada, viendo su celular, sin hablar entre ellos. Mesa de enfrente: un grupo de amigas, todas en sus veinte. Un par de ellas hablando entre sí, ambas con el celular en la mano; unos segundos hablan entre ellas, unos segundos voltean a ver su celular cada una. Las otras tres amigas, todas comiendo y viendo su celular cada una.

La pregunta es: ¿la tecnología tiene la culpa, es decir, la tecnología es mala para el hombre?

Un hombre es atropellado, una mujer que va pasando rápidamente saca su celular y llama a emergencias. Gracias a esa llamada, la ambulancia llega a tiempo para salvarle la vida.

La pregunta es: ¿entonces la tecnología es buena?

¿Qué fue primero? ¿Nos desconectamos de los demás porque usamos esa cámara de eco que son los algoritmos de las redes sociales, o buscando tener la razón la encontramos en las redes sociales y ahí ya no tenía sentido conectar con el de al lado?

¿Cómo podemos pretender que las familias y grupos de amigos conecten cuando cada vez hay menos intereses en común? Cuando el otro piensa diferente y no como mi grupo virtual de amigos que opinamos lo mismo y las notificaciones (alineadas a esos intereses) lo refuerzan.

¿Cómo puede haber tolerancia hacia lo distinto si toda la evidencia (digital) muestra que yo tengo la razón?

El reto del tiempo y lo vertiginoso

Estamos viviendo con bastante prontitud los cambios uno tras de otro, sin tiempo apenas de saber cómo usar adecuadamente estas transformaciones. Y justo estábamos en eso, cuando irrumpe la Inteligencia Artificial (IA), en todas sus formas, siendo la más popular el Large Language Model (LLM), donde el más conocido es ChatGPT. Vino a revolucionar distintas disciplinas digitales, pero también vino a agudizar las FAKE NEWS, pues les puso un toque de realidad a noticias falsas con imágenes verosímiles.

Fue en boca de Mateus Bolsón Ruzzarin quien citó la frase “Somos como monos con ametralladoras” cuando hablamos del uso y abuso de la IA, refiriéndose a que como humanidad mayoritariamente no sabemos cómo usar la IA de manera adecuada, midiendo los riesgos y magnitud de los daños, no solo inmediatos, sino futuros. Pues aún estamos sufriendo los embates de la realidad de nuevas generaciones desorientadas sobre un futuro incierto, sin tener certezas, que si bien en algún momento de la vida hay que derribar esas mismas en base a reflexiones profundas, durante el periodo de formación y crecimiento se requiere tener certezas que solidifiquen el YO.

Tristemente, podemos ver que somos monos sin entrenar, en medio de muchos intereses, desamparados totalmente, presa del utilitarismo político, la ambición por el dinero, la idiosincrasia de la productividad: producir sin medir los costos humanos, físicos, materiales y, sobre todo, emocionales que terminan traducidos en una crisis espiritual colectiva.

Este artículo no grita auxilio y pide rescate, solo busca que quien lo lea reflexione y busque coherencia y mesura en el uso de cualquier tecnología, pero no solo en lo individual, sino en cómo afecta esto en lo colectivo, en el largo plazo, a las nuevas generaciones.Gracias por leer.

Cèsar Alemán

24 | Octubre | 2025