En un mundo cada vez más desigual, vivimos una era donde la preparación académica demarca la posibilidad de acceder a un nivel de vida con más recursos económicos, por otro lado, en el polo opuesto la escolaridad bajó, según Los datos son del Informe de Seguimiento de la Educación en el Mundo 2024 (GEM), uno de cada 3 niños no asiste a la escuela en países de renta baja.
Estos números ya nos dice algo, de entrada, la educación no ha dejado de ser uno de tantos indicadores de desigualdad en el mundo moderno, algo que ya de entrada exhibe abiertamente que los intereses de los gobiernos y poderes facticos mundiales, no están centrados en el bienestar del hombre, sino en el poder por el poder, más allá de lo que hagan con él.
De la mano esto, no es de extrañarse que quien provea la educación básica sea el estado, los gobiernos son los que marcan la pauta de la curricula y contenidos que han de cubrir en las instituciones educativas, la versión de la historia que acompañe con su visión de país (en el mejor de los casos) o de ideas socio políticas de gobierno, sesgando así la mirada plural de los actores políticos e históricos, engrandeciendo lo mundano y minimizando las masacres y atrocidades de los “héroes de la nación”.
Las universidades, cuna del pensamiento libre y crítico, se han convertido en una máquina de adiestramiento para imponer verdades alineadas a los intereses de esta gran máquina de productividad y crecimiento de la riqueza (económica). No se trata de pensar, de poner un ojo crítico y reflexivo al status Quo, se trata solo de mantener premisas que son adhoc al sistema y buscar la mejora continua de ese status Quo que incremente ganancias, aunque en el camino, dejemos el alma acallada. En la actualidad en los países latinos estamos sufriendo una alineación cultural, como lo sugería Paulo Freire, pues nos enseña a ver nuestra propia realidad con lentes ajenos, importando modelos y teorías del norte global.
La educación, es utilizada para producir consumidores y solucionadores de esas mismas demandas de consumo, entrando en una elipse interminable de producción y consumo, consumo y producción, más allá de vivir, de encontrarnos en las creaciones de nuestro trabajo, en vernos reflejados en una artesanía o servicio que tienda puentes de humanidad.
Una sociedad incapaz de cuestionar sus propias estructuras será por consecuencia incapaz de transformarla, por lo que el resultado de dicha domesticación se observa en una población educada para aceptar el orden establecido como inevitable o natural.
La paradoja de las universidades; estas que deberían ser motor de cambios sustanciales y profundos, se han convertido en guardianas del Status Quo.
¿Qué hacer al respecto?
Tal vez iniciar por auto observarnos si nos reconocemos domesticados, por duro que sea admitir como hemos internalizado límites y supuestos a priori que damos como verdades irrebatibles, ver cómo hemos aceptado definiciones estrechas de lo posible . . . suena desalentadora verdad, pero este reconocimiento no es derrotista sino el inicio de un nuevo nivel, como decía Carl Jung lo que no aceptas te somete, por el contrario, reconocerlo te libera dándote la oportunidad de cambiarlo.
Por otro lado, sacar el pensamiento crítico de las teorías y ponerlo al servicio de la revaloración practicando y transformando las relaciones pedagógicas, las estructuras organizaciones, los criterios de validación del conocimiento, pues como insistía Paulo Freire, “no se trata de depositar pensamiento crítico en mentes vacías, sino crear condiciones para que los propios sujetos sean quienes desarrollen su propia capacidad crítica a través de la praxis trasformadora”
Esta pregunta es para ti amigo lector (y para mí también por su puesto); ¿esta tu mente realmente viva?, ¿Puedes imaginar formas de aprendizaje nuevas, que no estén al servicio del capital o del estado? Puedes concebir una educación que no etiquete, que no jerarquice, que no domestique? Se trata de utilizar a las universidades, no ser utilizados por ellas, hay que aproximarse con capacidad crítica. Como ya lo propuso el intelectual Martiniqués Edward Liçon, necesitamos aprender a usar las herramientas del amo, sin convertirse en el amo.
Cèsar Alemán
23 | Julio | 2025