CésarAlemán

La estupidez

La estupidez

Pareciera que ser crítico de nuestro tiempo y de nuestro entorno se convierte en una especie de mantra de negatividad, de estar solo mirando lo malo sin ver todo lo positivo que hay en nuestra era. Sin embargo, es necesario reflexionar más allá de lo «bueno y lo malo», y repensar sobre los hechos para tratar de entenderlos, explicarlos, cuestionarlos y aplicar la dialéctica a los temas que son importantes.

Este intento de mi parte por compartir con ustedes lo que a mi juicio debemos pensar y reflexionar sobre nuestro actuar en el mundo se puede tomar como un agravio incluso para el propio lector, sobre todo cuando este se ve reflejado en las narrativas que propongo. Si bien no es mi intención ofender a nadie, sí lo es sacudir al lector para que se pregunte: «¿Actúo yo así? ¿Estaré metido en esa categoría? ¿Será que se está hablando de mí y de personas como yo?». Y es que, la reflexión sobre nuestro actuar en el mundo es, en primera instancia, personal y al mismo tiempo colectiva.

Hoy quiero abordar un tema que a priori suena ofensivo y fuerte, pero que, desde mi personal punto de vista, es necesario: la estupidez.

La estupidez: Un concepto polémico pero relevante

La estupidez, un concepto a menudo malentendido, se define en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española (RAE) como «torpeza notable en comprender las cosas». Este término tiene raíces en el latín, derivando de «stupere» (quedarse paralizado) y «stultus» (necio). Desde una perspectiva psicológica, la estupidez se asocia con una visión limitada del mundo, donde el individuo solo considera su propio punto de vista.

Para dar sustento a lo que hoy quiero compartir, usaré dos teorías al respecto.

1. Las leyes de la estupidez humana de Carlo María Cipolla

El economista italiano Carlo María Cipolla, en su obra «Las leyes fundamentales de la estupidez humana», clasifica a las personas en cuatro categorías según su comportamiento en relación con dos factores: la inteligencia y su impacto en el bienestar social. Estas categorías son:

  • Inteligentes: Individuos que, a través de sus acciones, generan beneficios tanto para sí mismos como para los demás. Son personas que consideran diversas perspectivas, buscan conocimiento, practican la autocrítica y su comportamiento tiene un efecto positivo en su entorno.
  • Inútiles: Aquellos que no causan daño, pero tampoco aportan al bienestar general. Su falta de capacidad para identificar o resolver problemas resulta en acciones que no generan valor social.
  • Malvados: Personas que obtienen ganancias a expensas de otros, perjudicando el bienestar colectivo y actuando en función de sus propios intereses. Sus acciones son deshonestas y pueden ser perjudiciales para la sociedad.
  • Estúpidos: Esta categoría incluye a quienes perjudican a los demás y a sí mismos. Se caracterizan por la falta de empatía y la incapacidad para reconocer sus propios errores. Según Cipolla, la verdadera amenaza no es la maldad, sino la estupidez, ya que las acciones de los estúpidos son impredecibles y pueden causar daños irreparables sin considerar las consecuencias.

2. Las reflexiones de Dietrich Bonhoeffer sobre la estupidez

Aunque Dietrich Bonhoeffer, teólogo y pastor luterano alemán, no presentó una «teoría de la estupidez» formal como Cipolla, reflexionó sobre la naturaleza humana y la moralidad en el contexto de la Segunda Guerra Mundial. Bonhoeffer abordó la responsabilidad moral y la resistencia al mal, señalando que la estupidez puede estar relacionada con la complacencia y la incapacidad de discernir entre lo correcto y lo incorrecto.

Su activismo en contra del régimen nazi y su defensa de los perseguidos demostraron su compromiso ético. Bonhoeffer argumentó que la complacencia de muchos alemanes ante el nazismo ejemplificaba cómo la falta de reflexión sobre el valor moral de las acciones puede llevar a consecuencias desastrosas.

Para Bonhoeffer, la estupidez humana está relacionada con la complacencia, con la incapacidad para discernir sobre el bien o el mal, lo correcto o incorrecto, el valor social o el perjuicio social. La estupidez se manifestó en los alemanes, cegados por la influencia nazi, al no reflexionar sobre el valor moral de sus actos y las consecuencias que tendrían en ellos mismos y en su país. Las crónicas de la Segunda Guerra Mundial atestiguan la enorme desgracia individual y colectiva que causó la complacencia irracional de gran parte del pueblo alemán ante el nazismo.

Cuando la «estrechez mental», que es la disposición de la voluntad a no razonar, de autolimitarse en la búsqueda de otras opciones, se asocia con la «necedad», que es la manifestación de la ignorancia, de tomar decisiones y acciones desacertadas por negarse a atender a voces más lúcidas, la estupidez se evidencia irremediablemente. Una de las conclusiones más destacadas de la aportación de Bonhoeffer sobre la «estupidez» es la enorme afectación que tiene en el campo de la política, en las personas que forman parte de un sistema que defiende el autoritarismo, las dictaduras y los grupos de personas que apoyan ciegamente las violaciones a los Derechos de las personas y las comunidades.

¿Estamos siendo una generación estúpida?

Bajo estas dos premisas, y entendiendo en un contexto amplio y detallado lo que es la estupidez, la pregunta que hoy quiero lanzar es: ¿estamos siendo estúpidos como generación?

Estamos viviendo en diversos países del mundo una oleada de regímenes autoritarios, donde hemos normalizado que los políticos mienten y que los ricos lo son porque son más inteligentes o, como decimos en México, «porque el dinero llama al dinero».

Por otro lado, la globalización y el soft power de algunas naciones como EE. UU. y China, que ejercen toda una estrategia elaborada para imponer sus valores sociales a otras naciones a través de ONG, cine, música, literatura, financiamiento de partidos políticos, etc., han logrado que las personas interioricen dichos valores y no solo los crean, sino que los defiendan sin entenderlos bien, sin reflexionar sobre lo peligroso que es para ellas y su entorno. Aunado a esto, las redes sociales han venido a catalizar estos efectos, haciendo cada vez más complejo que una idea impuesta por intereses particulares se derribe, pues esas cámaras de eco protegen de la discusión, la dialéctica y los diálogos abiertos donde podríamos abrirnos a repensar dichas premisas.

Según Cipolla, existen cuatro circunstancias que pueden dar lugar a la estupidez:

  • Distracción: Aunque puede proporcionar un alivio mental, la distracción también puede generar una desconexión de la realidad. Esto puede resultar en decisiones poco acertadas, como cuando se extravía un objeto o se actúa de forma inapropiada. Mantener la atención y la concentración es fundamental para tomar decisiones adecuadas. Los atracones de Netflix o las largas jornadas de videojuegos, o las interminables horas de scroll de TikTok, son la distracción regular que la sociedad moderna usa para distraerse.
  • Pérdida de autocontrol emocional: Elementos como el estrés o la fatiga pueden debilitar el autocontrol emocional. Cuando las emociones predominan, se tiende a actuar de manera irracional, lo que puede conllevar a resultados negativos. Es aconsejable abstenerse de tomar decisiones significativas en momentos de alteración emocional. En esta sociedad de consumo, donde producir y consumir es el objetivo último, permanecemos cansados deseando el siguiente respiro para distraernos y continuar una semana más, sin tiempo para la reflexión.
  • Precipitación: Es esencial diferenciar entre la precipitación y los impulsos espontáneos. La precipitación se refiere a actuar sin una reflexión adecuada, lo que puede dar lugar a decisiones equivocadas. Dedicar tiempo a la reflexión antes de proceder puede ayudar a evitar errores. La vida en modo urgente desactiva la necesidad de hacer un alto y reflexionar: ¿Por qué hacemos lo que hacemos? ¿Hacia dónde vamos?, y un largo etcétera, que deberíamos reflexionar.
  • Ignorancia activa: La ignorancia, o «no saber que no se sabe», puede conducir a decisiones irresponsables. Aquellos que toman decisiones basándose en la influencia de otros sin informarse correctamente corren el riesgo de optar por soluciones poco inteligentes. Es imprescindible cultivar un pensamiento crítico y no dejarse arrastrar por la opinión mayoritaria. El interés genuino de vivir una vida interesada, interesada en lo que me rodea, la vida política, la filosófica, la moral, cómo regir nuestra vida.

La estupidez es un fenómeno humano que puede manifestarse cuando se ignora la inteligencia y la reflexión. Todos somos susceptibles a cometer errores, por lo que es fundamental ser conscientes de las consecuencias de nuestras acciones. Al reflexionar sobre cómo los lapsos de juicio pueden afectar nuestra vida y entorno, podemos trabajar en la prevención de la estupidez en nuestras decisiones diarias.

¡Di no a la estupidez!

Cèsar Alemán

11 | Agosto | 2025