¿Por qué la traición representa una de las mayores ofensas para el ser humano desde el inicio de los tiempos? La traición, como tal, se puede entender como una acción de deslealtad, una ruptura de la confianza y, en su origen etimológico, un acto de «entregar» o «dar» algo a cambio de algo que no se había pactado o esperado; es decir, no cumplir con acuerdos explícitos o sobreentendidos.
Pero revisemos más a fondo por qué la traición, en muchas ocasiones, se deriva de expectativas unilaterales y de un entendimiento subyacente a la interpretación discrecional y unilateral de las partes.
Deconstruyamos las variables que componen esa sensación de haber sido traicionado por la contraparte:
- Lealtad
- Confianza
- Acuerdos (implícitos o explícitos)
- Interpretación de lealtad y de confianza
La lealtad, según la RAE, significa la cualidad de leal, que se traduce a su vez en fidelidad, nobleza, franqueza, amistad y honradez. Como podemos ver, están entrelazados otros conceptos que forman parte de lo que compone la lealtad como tal. Aquí ya comenzamos a tener complicaciones, pues si entendemos que debe haber fidelidad y honradez dentro de la lealtad, si una de estas dos no se cumpliera, ya entramos en terrenos de traición.
Por otro lado, la confianza se define, según la RAE, como la «esperanza firme que se tiene en alguien o algo»; es decir, es la fe que ponemos en el otro, sin garantías, pero sí basada en expectativas que creamos en nuestro imaginario sobre aquella persona, por lo que no hay seguridades de por medio.
Pero la cuestión se torna ahora más complicada, pues entraremos a los acuerdos. Cuando hay acuerdos explícitos, las probabilidades de que se rompan son menores, pero no nulas, cosa distinta con los acuerdos implícitos o por «sentido común». Es ahí donde la subjetividad de las cualidades que implican para cada quien lo que es respetar el acuerdo crea muchos bordes resbaladizos, por los cuales esas percepciones de respeto a dichos acuerdos pueden interpretarse como violados o rotos.
Lo que para algunas personas implica la lealtad puede incluir violar los códigos morales y éticos personales y profesionales de la contraparte, poniendo en primer lugar la lealtad y la confianza.
Los ejemplos son innumerables, pero presentemos solo dos: uno personal y el otro a nivel profesional.
Caso 1 – Personal:
Una amiga confiesa una infidelidad que tuvo con su marido, jurando que fue un error sin relevancia, que no volverá a pasar y le pide a su amiga que no le cuente a nadie, incluyendo al esposo de esta última (la oyente). Pongamos en perspectiva que la amiga oyente ya tiene un acuerdo pactado con su esposo de no tener secretos de ninguna clase; sin embargo, aquí entran en juego las variables anteriores.
¿A quién debe ser leal la amiga oyente? ¿A la amiga que confiesa? ¿No diciendo nada a su marido mientras este no le pregunte? Y si le pregunta, ¿debe entonces decirle la verdad al marido? Si lo hace, perderá la confianza de la amiga, pero mantendrá la lealtad hacia su esposo, y sería desleal con su amiga.
Caso 2 – Profesional:
Dos compañeros llevan tiempo en la empresa. Uno de ellos (profesional A) destaca y va escalando posiciones, y a su vez, ayuda a su compañero (profesional B) promoviéndolo por considerarlo de confianza y leal a él. Durante su labor, al sacar copias, el profesional B descubre que el profesional A ha estado desfalcando a la empresa durante los últimos tres años. Nunca han hablado de encubrirse, pero el profesional A da por sentado que el profesional B le debe lealtad porque él le ha ayudado a ser promovido. «Hay cosas que no se hablan, pero se entienden».
Entonces, ¿qué debe hacer el profesional B? Delatarlo sería perder la confianza y traicionar al profesional A. Si no lo delata, sería cómplice y estaría traicionando a la empresa que lo emplea y a sí mismo.
La sensación de traición, como dijimos, proviene de expectativas generadas, ya sea por delimitar claramente el deber ser que se espera uno del otro, o bien proviene de expectativas sobreentendidas de lo que debería ser una amistad, una relación amorosa, etc.
Si bien podemos acordar que no todo es relativo, sí hay muchas cuestiones que dependen de la “claridad” con la que se acuerda la lealtad y bajo qué términos hay traición o no. Sin embargo, se nos presenta una cuestión de corte más subconsciente: ¿por qué la traición pesa mucho más para algunas personas que para otras? Tiene mucho que ver con su historia de vida y las impresiones que guarda en la conciencia de manera velada, pero que son resortes emocionales al sentirse traicionado.
«Lo más triste de la traición es que nunca proviene de tus enemigos, sino de aquellos en quienes más confías».
Ya lo decía Maquiavelo: «La confianza es un puente que conduce a la traición”, pues es la expectativa y la fe, violentada por la otra persona en la que se depositó dicha confianza. Pero también es una expresión de la pretensión de ponernos por delante de la ética y acuerdos de lealtad de la otra persona, por lo que hay corresponsabilidad.
Cèsar Alemán
15 | Mayo | 2025