CésarAlemán

¿Sistemas o Personas?

sistemas o personas?

Con la llegada, hasta cierto punto irruptora, de la IA (Inteligencia Artificial), y la euforia de subirse al tren para no perderlo, creo que nos está haciendo falta mesura en diversos aspectos.

La modernización que ha ido transformando las vidas de las sociedades alrededor del mundo ha modificado el mundo en sí mismo, y con ello lo que más valor tiene. Aunque no me estoy refiriendo a los valores morales per se, de alguna manera están implícitos cuando uso la palabra «valor», y me refiero a la jerarquización de prioridades para las sociedades.

Como de costumbre, hago la aclaración: las generalidades no son una buena idea, y en cada momento histórico, cultura y geografía, sucedieron cosas que fueron puntuales e incluso en algunos rincones del mundo no están viviendo con la misma intensidad lo que mencioné al principio sobre la IA. Es un hecho que, más tarde que temprano, estos cambios mueven a todo el mundo en su conjunto.

En esta carrera por la eficiencia y la productividad, buscando evitar los rendimientos decrecientes que frenan el crecimiento exponencial de manera casi inevitable, se ha provocado que el enfoque esté precisamente en cómo producir más. ¿Cuánto más? Bueno, esa palabra parece no tener respuesta, porque la cifra que se ponga, una vez se alcance, se aumenta y la exigencia simplemente pide más.

El objetivo es el crecimiento, y con ello todo lo que ayude a lograrlo. Es por ello que pasamos de una economía de mercado a una sociedad de mercado, donde lo que importa es producir, transaccionar y acumular.

Para lograr lo anterior, pasamos de la producción artesanal a baja escala a una producción en serie, donde se requieren «sistemas» para elevar la producción. Ahora bien, ¿qué es un sistema entonces?

Acepción 1: Conjunto de reglas o principios sobre una materia racionalmente enlazados entre sí.

Acepción 2: Conjunto de cosas que, relacionadas entre sí ordenadamente, contribuyen a determinado objeto.

Es ahí donde el foco se ponía en los sistemas y procesos para lograr dichos objetivos, pensando que producir más traería más riqueza para el mundo. Algunos otros hablaron de progreso y otros tantos de estado de bienestar, todos los anteriores ligados necesariamente a los bienes materiales derivados de la producción.

Sin ponerme propiamente marxista, es ahí cuando se dejó atrás el foco en la humanidad de las personas, es decir, en el arte o el reflejo de las personas que se miraban en su trabajo. Pasaron a ser parte de un sistema, piezas necesarias en el engranaje, mismas que se han ido sustituyendo según el avance tecnológico, hasta llegar a nuestros días con la IA, que en definitiva aprende (de los hombres, claro) patrones con más probabilidad de repetirse por descarte para así crear respuestas aparentemente inteligentes. No hace hipótesis ni comprueba sus conclusiones, solo arroja un resultado que puede estar sesgado, ser verosímil, pero no real, o simplemente puede ser acertado, pero amoral.

Esto nos pone contra las cuerdas, porque, nos guste o no, pueden buscar, agrupar, seleccionar y elegir la mejor posibilidad en un tiempo mucho más reducido que los hombres, claro que sí. Y aunque aprende de sí misma y se retroalimenta con la información nueva generada por el hombre, y este, al hacer uso indiscriminado de la IA, está perdiendo capacidad de abstracción, memoria de corto y largo plazo, capacidad de imaginación, etc. ¿Cómo, entonces, en un futuro no tan lejano no habrá de dónde aprender? Sucederá tal vez lo contrario: las conclusiones o disertaciones serán tan absurdas pero creíbles que no habrá cerebros que lo noten.

Por otro lado, el proceso de ser persona es mucho más que producir, más que aprender, más que crear; son todas aquellas áreas que le dan sentido a la vida como la conocemos.

Ser persona, desde un punto de vista filosófico, se refiere a: un ser individual, único y racional, con conciencia de sí mismo y con la capacidad de tomar decisiones y actuar de manera responsable. Nos encontramos con varias palabras que hacen cortocircuito para una entidad como la IA. Conciencia de sí mismo: la IA reconoce que no posee conciencia, no puede ser responsable de sí misma, pues es el resultado de una serie de procesos que provienen de gigantescas bases de datos, procesos de big data y backpropagation, pero no hay responsabilidad si lo que arroja está bien, mal, es moral, ético o malévolo; solo arroja un producto.

Ser persona pasa por un largo camino de aprendizaje cognitivo, sensitivo, emocional, noológico o espiritual, y en última instancia, colectivo.

Somos las personas las que nos damos sentido unas a otras, las que nos inspiramos unos a otros, las que decepcionamos unos a otros también, y ello nutre la capacidad de ser resilientes. Pero, sobre todo, somos los seres humanos los que poseemos conciencia de nosotros mismos y de nuestro actuar en el mundo, es decir, somos humanos éticos, y es la ética la que podría proponer nuevos caminos para la construcción de un mundo donde las jerarquías de valores estén más alineadas a la humanidad, refiriéndome con «humanidad» a los habitantes de la tierra, dándole la justa medida al hombre y movernos del antropocentrismo, también algo de lo que la misma ética nos puede sacar.

¿Sueños guajiros? Tal vez. Sin embargo, no está de más, como dije al inicio, usar la mesura y repensar si el camino siguen siendo los sistemas o viramos, dejando la proposición del título mejor acomodada:

«Personas con sistemas» – Personas en primer lugar, y estas son más que las que usen los sistemas desde la ética para abordar nuevos caminos.

Cèsar Alemán

11 | Julio | 2025